Por Melvin Matthews.
Hace un año, a principio de julio del 2019, Mike Pompeo influyó decisivamente en el destino de la política electoral nacional, cuando trascendió una llamada telefónica que hiciera al presidente Danilo Medina, comentándole que el gobierno de Donald Trump vería con satisfacción que el mandatario dominicano respetara la Constitución en lo concerniente a la reelección presidencial. Días después, Medina comunicó públicamente que desestimaba repostularse para un tercer mandato.
Pero ¿quién es este funcionario que es capaz de modificar el curso de la historia en una nación extranjera? Mike Pompeo es el Secretario de Estado de Estados Unidos; aplica la política exterior del presidente Donald Trump; vendrá encabezando la delegación oficial norteamericana al acto de juramentación del presidente electo Luis Abinader el próximo domingo. Pompeo es considerado un halcón, una especie de político de línea dura. Fue jefe de la CIA y se autoproclama defensor del espionaje masivo y hasta de líderes extranjeros, incluidos los aliados de Washington.
El influyente titular de la diplomacia estadounidense, quien arribará al país la tarde del sábado, estará acompañado del Subsecretario de Estado para Asuntos Hemisferios, Michael Kozak. Se unirá a la comitiva de alto nivel la embajadora de Estados Unidos en Santo Domingo, Robin S. Bernstein.
Michael Richard “Mike” Pompeo, abogado, político, empresario y ex oficial del ejército, nació en Orange, California, el 30 de diciembre de 1963. Religión, presbiteriano; políticamente, miembro del movimiento derechista Tea Party del Partido Republicano y egresado de la Escuela de Derecho de la Universidad de Harvard. Era miembro de la cámara de Representantes antes de que el presidente Trump lo designara director de la poderosa Central Intelligence Agency (CIA) en 2016.
Desde marzo del 2018 ocupa el cargo de Secretario de Estado de Estados Unidos. Sustituyó a Rex Tillerson, el petrolero otrora embajador de Estados Unidos en Moscú hasta 2016. El nombramiento de Pompeo fue criticado ásperamente en los medios políticos tanto dentro como fuera de Estados Unidos, bajo el argumento de que favorece el espionaje generalizado sin respetar dirigentes extranjeros ni aliados de la Casa Blanca y que Edward Snowden, el especialista de seguridad y experto informático que filtró los papeles WikiLeaks, debía ser juzgado y eventualmente condenado a la pena de muerte.
“Quiero una CIA más agresiva, brutal, despiadada e implacable”, dijo Pompeo en su audiencia de confirmación ante el Senado norteamericano en 2016. Ha sido descrito como uno de los “halcones” que actúan a nombre del presidente Trump, aquellos que imponen sus políticas de línea dura en contra de los gobiernos de Irán y Venezuela, particularmente también ahora responsables de las tensiones que enfrentan a Washington y China. En la jerga política internacional, la palabra halcón define a un gobernante, dirigente o funcionario que defiende el uso de la fuerza para la solución de conflictos.
Entonces, surge la pregunta: ¿cuáles son los intereses comunes sensibles que acercan la administración Trump y el flamante presidente dominicano Luis Abinader, que trae al traspaso de mando en Santo Domingo al ejecutivo principal del Departamento de Estado?
Abinader y el nuevo ministro de Relaciones Exteriores, Roberto Álvarez, tendrán que lidiar con una relación bilateral alojada en un pesado portafolio temático, que incluye cooperación bilateral frente a la pandemia del Covid-19, lucha contra la corrupción, el narcotráfico, la expansión de China en la región caribeña y la diplomacia sino-dominicana, el intercambio comercial, el acuerdo de libre comercio, el turismo y la inversión estadounidense.
La Casa Blanca tiene poco que ofrecer a la nación dominicana en el marco de la salud pública, ambas gravemente afectadas por el Covid-19, siendo Estados Unidos el más diezmado a nivel global por la pandemia con una cifra cercana a los 20 millones de contagiados y más de 160,000 muertos. No obstante, quedará sobre la mesa del dialogo la promesa norteamericana de colocar al país en la lista de espera preferencial cuando la industria farmacéutica descubra la vacuna contra el mortal virus.
La lucha contra la corrupción es una de las presiones constantes del Departamento de Estado sobre los países que gravitan en su zona de influencia. De manera que la cooperación para investigar a funcionarios de la saliente administración, sospechosos de utilizar la función publica para provecho personal, parece fácil de predecir.
Sin embargo, la lucha contra el narcotráfico puede ser un tema incómodo para la nueva administración que tomará posesión el próximo domingo, día de la Restauración dominicana, pues el señor Yamil Abreu Navarro, un dirigente del Partido Revolucionario Moderno (PRM) en la región Sur, aguarda en prisión el cumplimiento del pedido de extradición de la justicia estadounidense enfrentado a cargos de narcotráfico, lavado de activos y vínculos al poderoso cartel de Sinaloa. La audiencia ante la Suprema Corte de Justicia para conocer la extradición fue aplazada el pasado 17 de julio para el mes de septiembre.
En cuanto a la relación sino-dominicana, el Departamento de Estado expresó abiertamente su disgusto cuando Medina anunció la ruptura con Taiwán para establecer vínculos oficiales con el régimen comunista de Xi-Jin Ping, decisión soberana tomada como pretexto para enfriar la diplomacia con el gobierno del PLD, haciendo posible el rechazo a una nueva repostulación del gobernante.
Pompeo ha estado en el foco de influyentes medios de comunicación. Según el poderoso canal de televisión norteamericano CNN, Trump despidió al Inspector General del Departamento de Estado, Steve Linick, antes de que este funcionario completara una amplia investigación contra Pompeo en cinco casos específicos: autorización de ventas de armas a Arabia Saudita por más de 8 mil millones de dólares sin autorización del Congreso; uso de fondos públicos para eventos que serían de carácter político y personal; auditoria sobre el otorgamiento de visas especiales de inmigración; decisión de retirarle el premio otorgado por el Departamento de Estado a una mujer que criticó al presidente Trump en las redes sociales y, por último, debido a supuestas irregularidades cometidas en la oficina de Protocolo del Departamento de Estado.
Al comparecer ante la Cámara de Representantes, Linick, el inspector despedido, declaró que funcionarios cercanos a Pompeo sabían de las investigaciones, poniendo en dudas declaraciones del Secretario de Estado en las cuales sostenía que nunca se enteró de las pesquisas, pero pidió a Trump despedir a Linick por otros motivos.
Conclusión: Pompeo llega a Santo Domingo en el momento álgido de las agrias tensiones entre Beijing y Washington por razones comerciales y de predominio tecnológico. China acaba de anunciar sanciones contra 11 importantes políticos y empresarios de Estados Unidos, entre los cuales se destacan los senadores Republicanos Marcos Rubio y Ted Cruz, ambos de ascendencia cubano-norteamericana, en represalia al bloqueo de importantes empresas informáticas chinas que operan en Estados Unidos, como Tik-Tok -que Trump acusa de entregar información sensible de los usuarios estadounidenses al gobierno chino y propuso su venta a Microsoft a cualquiera de las grandes empresas de alta tecnología norteamericana-, además de bloquear a Huawei y Alibabá por alegado espionaje.
Por tanto, conviene a los intereses de Washington que el presidente Abinader y el canciller Álvarez se adhieran a sus políticas de línea dura contra China, Venezuela y Cuba, sin importarle las repercusiones internas y externas que tal postura pudiera representar para la diplomacia dominicana. En definitiva, se perfila el tratamiento a la nueva administración como el conferido al aliado incondicional que habita el patio trasero en su aventura internacional.
Pero, según las expectativas electorales estadounidenses, probablemente Trump y los Republicanos saldrán de la Casa Blanca en Enero próximo, tras caer derrotados en la elección presidencial del 6 de noviembre a manos del binomio Joe Biden-Kamala Harris, del Partido Demócrata.