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LA ECONOMIA DOMINICANA FRENTE AL COVID-19

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Por: Lic. Héctor Valdez Albizu
Gobernador del Banco Central

Durante el año 2020 el mundo se ha enfrentado a la pandemia del COVID-19 que causó el cierre temporal de la mayoría de las actividades económicas, debido a medidas de confinamiento dirigidas a contener la propagación del virus y así reducir las pérdidas de vidas humanas. Este choque adverso de gran magnitud ha llevado a una revisión a la baja del crecimiento económico, proyectándose una variación del Producto Interno Bruto (PIB) mundial de -5.2 % en 2020, aproximadamente ocho puntos porcentuales por debajo de la expansión de 2.4 % alcanzada en 2019, según las proyecciones más actualizadas del Banco Mundial (BM) publicadas en el actual mes de junio.

Para mitigar los efectos de la crisis provocada por el coronavirus, la mayoría de los países alrededor del mundo están aplicando medidas de estímulo económico orientadas a facilitar la expansión del gasto y a una rápida recuperación de la demanda interna, como ha recomendado desde el inicio de la presente crisis la Directora Gerente del Fondo Monetario lnternacional (FMI), Kristalina Georgieva. De forma particular, la República Dominicana ha adoptado un conjunto de políticas de amplio espectro para moderar el impacto económico de la pandemia, tomando en cuenta los grados de libertad que se tienen en los ámbitos monetario, fiscal y financiero.

Cabe precisar que previo a la aparición del COVID-19 en el país, la economía se encontraba en una posición cíclica favorable, creciendo en torno a su nivel potencial de 5.0 % en los primeros dos meses del año. No obstante, como es de todos conocido, a mediados de marzo el gobierno se vio precisado a implementar un conjunto de medidas preventivas ante el riesgo inminente de transmisión comunitaria del virus, como el distanciamiento social, la suspensión de operaciones en actividades no esenciales, el cierre de las fronteras por aire, mar y tierra, la implementación del toque de queda y la adopción de restricciones en el transporte público, entre otras. Estas disposiciones, si bien han sido necesarias para preservar la salud de las personas y evitar la saturación del sistema sanitario, han afectado de forma significativa a la actividad económica provocando el cierre temporal de sectores productivos, pérdidas de empleos y el deterioro de las fuentes de ingresos de empresas y hogares.

En efecto, las cifras del Indicador Mensual de Actividad Económica reflejan el choque sin precedentes del COVID-19 que ocasionó variaciones interanuales de -9.4 % en el mes de marzo y de -29.8 % en abril, la cual se prevé sea el punto más crítico de la crisis actual al igual que en la mayoría de las economías del mundo. Con estos resultados, la actividad económica en la República Dominica (RD) registró una variación promedio de -7.5 %, lo que representa una marcada disminución durante el primer cuatrimestre del presente año con respecto al mismo periodo de 2019, debido fundamentalmente a la suspensión transitoria de importantes actividades económicas y al debilitamiento de la demanda externa e interna.

Por otro lado, la disminución en los precios del petróleo y la desaceleración de la demanda agregada han incidido en que la inflación acumulada se mantenga en terreno negativo, al registrar -1.25 % durante los primeros cinco meses del año 2020. Asimismo, la inflación interanual se moderó hasta 0.99 % en el mes de mayo, continuando muy por debajo de la meta de 4.0 % ± 1.0 % del Programa Monetario, lo que otorga suficiente espacio al Banco Central de la República Dominicana (BCRD) para mantener las medidas expansivas ante el COVID-19, sin poner en riesgo su mandato constitucional de preservar la estabilidad de precios.

En cuanto a las cuentas externas, estamos transitando lo que pasará a la historia como el “Gran Confinamiento” (en inglés, the Great Lockdown), un enorme choque que ha provocado una recesión a nivel global, acompañada de una disminución en los flujos comerciales y una paralización de la actividad turística (caída mundial en abril de 97 % interanual en las llegadas internacionales de acuerdo a la Organización Mundial del Turismo), restringiendo considerablemente la disponibilidad de divisas en países como la República Dominicana. En efecto, las actividades vinculadas al sector externo como el turismo, remesas, exportaciones e inversión extranjera directa en nuestro país se han visto sensiblemente afectadas, no obstante la compensación parcial por la reducción en la factura petrolera y el incremento en el valor del oro como activo de refugio.

Esta disminución en la oferta habitual de divisas se ha combinado con un aumento notable de la demanda de dólares producto de expectativas exacerbadas ante la incertidumbre internacional y el ciclo electoral doméstico, generando presiones sobre el tipo de cambio. Para tener una mejor idea del impacto de esta situación sobre el mercado cambiario, basta señalar que en lo que va del año más de trescientas empresas e instituciones han incrementado sus compras de divisas en más de un 50 % con respecto a lo observado en igual periodo de 2019, de acuerdo a las estadísticas del BCRD.

Para enfrentar estas presiones cambiarias, el BCRD ha suplido el descalce de las actividades generadoras de divisas, vale decir que la institución ha tenido que compensar el menor flujo de dólares a través de intervenciones cambiarias por unos US$3,300 millones desde inicios del año 2020. Esta reacción proactiva del BCRD ha permitido mantener la estabilidad relativa del tipo de cambio y evitar que movimientos bruscos de la moneda afecten el buen funcionamiento de la economía.

Resulta importante puntualizar que, al analizar el comportamiento del mercado cambiario, debemos tener cuidado en enfocarnos exclusivamente en la tasa de cambio nominal, que en las últimas décadas ha presentado una tendencia positiva y que como todo precio nominal exhibe fluctuaciones en el tiempo. Para dimensionar las presiones cambiarias lo correcto es hacer el análisis en términos de variaciones relativas y no de niveles, observando que no ocurran episodios de volatilidad excesiva que afecten las decisiones de consumo e inversión de los agentes y la estabilidad macroeconómica.

En ese sentido, cabe destacar que la depreciación del peso dominicano en lo que va del año es de 9.0 %, muy inferior a la experimentada por las principales monedas de la región latinoamericana como Brasil, Argentina, México y Colombia, así como de las mayores economías emergentes en el mismo periodo.

Fuente: Bloomberg y bancos centrales

Asimismo, se debe precisar que, la variación del tipo de cambio en esta pandemia se ha mantenido relativamente controlada, encontrándose muy por debajo de lo observado en los grandes episodios de inestabilidad que ha vivido el país, como los ocurridos a principios de la década de los noventa y durante la crisis bancaria de 2003-2004. Recordemos que en este último episodio se registró una variación interanual del tipo de cambio de 174.6 % en el momento más crítico de la crisis.

No es la primera vez que enfrentamos presiones cambiarias por choques de carácter transitorio. Como en otras ocasiones, el Banco Central se compromete a manejar estas situaciones adversas de manera prudente y con el debido cuidado para evitar que sea afectada la estabilidad macroeconómica. Se espera que, una vez cesen los factores de incertidumbre tanto externos como internos y se reactiven en un futuro cercano las actividades generadoras de divisas, las condiciones cambiarias se regularicen, preservándose el largo periodo de estabilidad que hemos logrado desde 2005 hasta la fecha.

Como Gobernador del Banco Central, me siento en la obligación de advertir a aquellos agentes económicos que, por la alta incertidumbre coyuntural, han querido hacer una apuesta arriesgada contra el peso dominicano, dolarizando sus ahorros y duplicando sus compras de divisas, que pueden perder su dinero una vez se haya retornado a la normalidad y encontrarse con un resultado contrario al que esperaban. Como un reflejo del comportamiento reciente de los depósitos en moneda extranjera en el sistema financiero, la banca múltiple cuenta en la actualidad con unos US$2,500 millones distribuidos entre sus depósitos en el extranjero y sus excedentes de encaje legal en el BCRD.

Estamos conscientes y es una realidad, que los agentes económicos confieren un seguimiento especial a la tasa de cambio por su relevancia para la estabilidad macroeconómica y para preservar el poder adquisitivo de la población. Por eso, la estabilidad relativa del tipo de cambio es innegociable y constituye una alta prioridad para la política monetaria que diseña y ejecuta el Banco Central.

En ese sentido, se ha aprendido la lección de crisis anteriores sobre la importancia para el país de contar con niveles adecuados de reservas internacionales, pues en las actuales circunstancias la alta disponibilidad de estos recursos ha permitido mantener la estabilidad relativa del mercado cambiario y continuar apoyando a que los agentes económicos cumplan con sus compromisos prioritarios en moneda extranjera, mientras mejora gradualmente el flujo de dólares a la economía. Se debe puntualizar que, previo a la crisis, las reservas internacionales estaban en niveles históricos superando el 10 % del PIB, métrica recomendada por el FMI, indicando que el país nunca había estado mejor preparado para enfrentar los efectos cambiarios de una crisis como en este momento.

Adicionalmente, el COVID-19 ha afectado de forma severa a las finanzas públicas, debido a una caída de los ingresos fiscales por la ralentización económica y por las facilidades de alivio tributario a los agentes económicos privados, así como al incremento del gasto público asociado a programas sociales orientados a preservar el empleo y a medidas sanitarias y de provisión de medicamentos para combatir la pandemia. En ese sentido, se proyecta que el balance del Gobierno Central pasaría de -2.2 % del PIB en el presupuesto original a -5.0 % del PIB, de acuerdo a las estimaciones actualizadas contenidas en la modificación presupuestaria sometida al Congreso Nacional.

¿Cómo el BCRD ha enfrentado los retos de la pandemia en el caso dominicano?

Ante la realidad del choque del coronavirus, el BCRD implementó de forma oportuna medidas monetarias expansivas orientadas a la provisión de liquidez a bajas tasas de interés en beneficio y apoyo a los sectores productivos y a los hogares a fin de mitigar el impacto de la crisis, como lo han venido haciendo de forma sincronizada los bancos centrales alrededor del mundo. En particular, se pusieron a disposición de los agentes económicos, Mipymes y hogares unos RD$120 mil millones (equivalente a aproximadamente 3 % del PIB) mediante distintas facilidades, como reporto y liberación de encaje legal, de los cuales ya han sido canalizados a los sectores productivos y los hogares unos RD$76 mil millones, que contribuirán a una rápida mejoría de la demanda interna en los próximos trimestres tan pronto se disipe el impacto de la pandemia y se normalice el aparato productivo nacional. En adición, se tomaron medidas de provisión de liquidez en moneda extranjera por unos US$622 millones, a través de reducción de encaje legal y de operaciones de reportes en dólares.

Vale la pena mencionar que se ha creado una facilidad de financiamiento para los sectores turismo, exportación, construcción y manufactura por unos RD$20 mil millones a ser canalizados por las entidades de intermediación financiera. Asimismo, se han destinado más de RD$20 mil millones para el financiamiento de las Mipymes, de los cuales RD$15 mil millones están siendo gestionados por el Banco de Reservas que ha actuado como agente financiero y unos RD$5,681 millones a través de liberación del encaje legal para todas las entidades de intermediación financiera. Todas estas facilidades de financiamiento están siendo canalizadas a tasas de interés no mayores de 8 % anual, por un período de al menos 3 años y con un tratamiento regulatorio especial estableciendo clasificación de riesgo A, cero por ciento de provisiones y con una ponderación de cero riesgo en el cálculo del índice de solvencia.

Los sectores que han sido beneficiados con las facilidades de financiamiento a mediano plazo implementadas por el BCRD han sido Comercio (RD$8,666 millones), Manufactura (RD$5,679 millones), Exportación (RD$4,149 millones), Mipymes (RD$4,117 millones), Agropecuario (RD$2,798 millones) y Construcción (RD$1,874 millones), actividades de alta incidencia en la economía dominicana. Asimismo, la Junta Monetaria autorizó una amplia flexibilización de las normas regulatorias de forma temporal para mitigar el impacto sobre el sistema financiero y la calidad de la cartera de crédito, mediante el congelamiento de la clasificación crediticia de los deudores y de las provisiones correspondientes, la facilitación de las reestructuraciones de crédito y no considerar vencidas las líneas de crédito de corto plazo.

Es importante resaltar que, la reducción de la tasa de interés de política monetaria de 100 puntos básicos (pasando de 4.50 % a 3.50 %) y las medidas de flexibilización monetaria que acompañaron a esta decisión, se han reflejado en una disminución considerable de las tasas de interés activas de la banca múltiple en más de 250 puntos básicos, al pasar de 13.3 % en marzo a 10.7 % en mayo.

En efecto, los recursos facilitados por el BCRD se están canalizando a una velocidad mayor que en todas las ocasiones anteriores en que se han empleado estos instrumentos, incrementándose los préstamos al sector privado en moneda nacional en 14.0 % interanual y los préstamos privados totales, que incluyen el crédito en moneda local y extranjera, en 14.6 % al cierre de mayo 2020. Se debe resaltar que, de las medidas aprobadas por la Junta Monetaria y el BCRD, quedan pendientes de colocar unos RD$44 mil millones y más de US$500 millones, lo que indica que los agentes económicos cuentan con suficientes recursos para enfrentar la compleja situación actual y contribuir a una dinamización de la demanda interna en el corto plazo.

¿Cuáles son las perspectivas en lo adelante?

Un aspecto crucial para las perspectivas domésticas es el comportamiento de la economía de los Estados Unidos de América (EUA), principal socio comercial de la República Dominicana. En ese sentido, esta economía registró un crecimiento en el primer trimestre de 2020 de 0.2 % en términos interanuales y se proyecta una contracción sin precedentes en el trimestre abril-junio, para luego dar inicio a un repunte en la segunda mitad del año. Para el cierre del 2020, la Reserva Federal recientemente proyectó una caída del crecimiento en EUA de 6.5 % y una expansión de 5.0 % en 2021.

Una noticia positiva en el marco de la situación compleja de EUA, es que su tasa de desempleo se redujo de 14.7 % en abril del presente año a 13.3 % en mayo 2020, considerablemente inferior al 19.0 % que esperaban los analistas financieros. Otra muestra de que esta economía está dando señales de recuperación son las ventas minoristas que registraron un incremento récord de 17.7 % en el mes de mayo. Estas evidencias, junto al hecho de que no se vislumbra un incremento en la tasa de interés de la Reserva Federal hasta 2022, podrían indicar un dinamismo mayor de lo previsto de esta economía. Cabe destacar que el potencial repunte estadounidense es de alta relevancia para la RD, ya que de ese país provienen alrededor del 80 % de las remesas y aproximadamente un 40 % de los turistas que nos visitan cada año, además de ser el principal destino de exportaciones dominicanas.

Como una consecuencia de la mejoría en el mercado laboral de EUA, los ingresos por remesas en RD aumentaron de forma interanual en 17.9 % durante el mes de mayo, revirtiendo la tendencia negativa de los meses de marzo y abril. Solo en el mes de mayo, los dominicanos de la diáspora enviaron al país unos US$ 638.7 millones, casi el doble de las remesas recibidas en abril, acumulándose unos US$2,737 millones durante los primeros cinco meses del año. En adición, más de 500 empresas de zonas francas han reiniciado operaciones (alrededor del 80 % del total), lo cual favorecerá al mercado cambiario y al empleo. Igualmente, contribuirá de manera positiva la inversión extranjera directa (IED) con la reactivación de proyectos de construcción en el área hotelera. Cabe recordar que la IED estaba mostrando un buen desempeño previo al COVID-19, alcanzando unos US$758 millones en el primer trimestre del año.

Estos elementos del sector externo, junto al dinamismo del crédito privado, contribuirán a que la economía dominicana retorne en el corto plazo a los niveles de expansión registrados previo a la pandemia, lo que le permitiría cerrar el 2020 en torno a un crecimiento neutral (0.0 %). En todo caso, los organismos internacionales (FMI, Banco Mundial, CEPAL) han coincidido en pronosticar que la economía dominicana sería una de las menos impactadas por el COVID-19 en América Latina. En ese tenor, debemos tomar en cuenta que la probada resiliencia de la economía dominicana para superar de forma exitosa choques adversos le facilitarían una recuperación más acelerada que el resto de los países de la región.

Estoy convencido de que, en esta ocasión, el repunte de la economía dominicana será rápido, siempre que logremos cumplir con las medidas oficiales que procuran mitigar el problema sanitario y nos ajustemos al protocolo definido por el gobierno y los sectores productivos para el desarrollo de la actividad económica. De esta forma, evitaremos una segunda ola de contagios e incrementaremos significativamente la probabilidad de retornar gradual, pero firmemente, a nuestro potencial de crecimiento para 2021.

Desde el Banco Central de la República Dominicana consideramos que, a pesar de la crisis, los fundamentos de la economía dominicana permanecen fuertes y jugarán un rol de primera línea para retomar el camino del crecimiento con estabilidad. Reiteramos además que, la ausencia de presiones inflacionarias en la coyuntura actual otorga a la institución monetaria el espacio y los grados de libertad necesarios para mantener las condiciones de flexibilización monetaria en el mediano plazo. Esto, conjuntamente con las medidas de estímulo fiscal que se están aplicando, permitirá que el país pueda continuar su trayectoria de crecimiento sostenido y baja inflación, preservando la estabilidad macroeconómica.

En lo personal, y como Gobernador del Banco Central, tengo la convicción de que en estos momentos complejos que atraviesa nuestra nación, debemos poner todos de nuestra parte para desterrar el pesimismo histórico que ha estado presente en el pensamiento dominicano, como bien lo reflejan las obras de los escritores José Ramón López, Américo Lugo, Francisco Henríquez y Carvajal y Federico García Godoy, entre otros. Se requiere de buena voluntad y de una decisión firme para enfrentar los retos que tenemos por delante, unidos todos, sector público y privado, con una meta común de superar la crisis y retomar el camino del desarrollo. Debemos apostar al futuro con optimismo, dando prioridad al empleo y a los ingresos de la población, tratando siempre de mejorar el bienestar de la sociedad. Este es nuestro objetivo y compromiso.

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