En sus Reflexiones en el cambio #25, titulada «La unidad de los contrarios», el dirigente político José Francisco Peña Guaba, estima que: «Es un contrasentido que, faltando más de dos años para entrar de lleno en campaña, se privilegien estrategias electorales futuras frente a la garantía de estabilidad presente. Para terminar bien el actual periodo gubernamental, y es una falta de tacto de quienes están llamados a cuidar al gobierno de lo que le viene, no hacer llegar sus observaciones al respecto, como públicamente lo hace quien esto escribe por sentirse comprometido con una buena gestión del presidente Abinader».
La unidad de los contrarios
Por: José Francisco Peña Guaba
Desde tiempos inmemoriales ha estado definido que los intereses de los contrarios se anteponen a sus diferencias, permanentes o coyunturales. Está más que claro que los espacios no se ceden, lo que en la mayoría de las ocasiones donde más se da es en la política.
Es natural que así sea, porque las fuerzas políticas antagónicas no permiten que las contradicciones y enfrentamientos le abran pasos a terceros. Esto ha sido una constante histórica, desde los mismos inicios de la República, cuando facciones caudillistas dominaban el espectro político nacional como las lideradas por Pedro Santana, Buenaventura Báez y más adelante por Ulises Hereaux (Lilís). Los liberales eran los azules y tenían ideas independentistas, mientras los conservadores eran los rojos y apoyaban el proceso anexionista.
Luego de la caída de la dictadura de Lilís las luchas caudillistas continuaron, dirigidas principalmente por los bolos, que eran los seguidores del Presidente Juan Isidro Jimenes, contra los coludos, seguidores de quien también llegó a Presidente, Horacio Vásquez. Aunque la primera ley electoral data de 1914, los partidos políticos no estaban organizados estructural ni estatutariamente, ni siquiera identificados ideológicamente, eran facciones o grupos de los caudillos de la época. Más bien, la historia real de los partidos se consolida con posterioridad a la desaparición del sátrapa, el Generalísimo Trujillo, con la presencia del Partido Revolucionario Dominicana liderado por Juan Bosch, y el Partido Reformista después Social Cristiano, encabezado por el doctor Joaquín Balaguer, líder del neotrujillismo y representante del sector conservador. Siempre hubo dos fuerzas ubicadas en polos opuestos, que controlaban el quehacer político nacional.
No es hasta la construcción del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), que ya había sido fundado en 1973, que se avizoraba la creación de una tercera fuerza política. Hubo de esperar hasta 1982 para que se demostrara su real crecimiento, convirtiéndose, con su acelerado desarrollo, en una potencial amenaza para “los blancos” y “los coloraos”.
Las fuerzas políticas dominantes siempre se han cuidado de auspiciar terceras opciones, porque saben que afilan cuchillo para su garganta. Cuando alguna en particular la promueve, de manera coyuntural, es porque sabe que solo afectará electoralmente al contrario. Esa fue la jugada del doctor Balaguer para el año 1990, cuando incidió en la decisión de la Junta Central Electoral (JCE) para la confirmación de la franquicia del PRD a su grupo mayoritario, que encabezaba mi padre, lo que entendía haría mella en el peledeismo, convencido de que la participación del perredeismo bajó sus siglas originales le restaría votos a la fortalecida candidatura del profesor Bosch en ese año. Esa es una de las razones por la que el doctor Peña Gómez se decide a apoyar a su mentor, para evitar que la estrategia del doctor Balaguer afectara a las fuerzas liberales. Solo la incomprensión de la cúpula morada evitó que se produjera ese pacto, que de haberse hecho hubiese desalojado del poder al reformismo en el 1990.
Ningún proyecto político que se entienda sólido regala sus espacios, mucho menos entrega su militancia. Por esa dialéctica de que nadie entrega su estructura para llevar al poder a otro, para con ello después autodestruirse, que fue lo que le pasó al Partido Reformista Social Cristiano (PRSC) que se le regaló al PLD en el 1996 con tal de evitar el triunfo del Doctor Peña Gómez, y desde ese tiempo hasta ahora esa acción los liquidó electoralmente hablando, pasando a ser un “partido bisagra”.
Es en base a esa experiencia que no nos debe sorprender las decisiones del Pleno de la JCE, sobre la distribución del aporte del Estado a los Partidos Políticos y el orden de los mismos en la boleta electoral, porque independientemente de las consideraciones legales utilizadas no es verdad que el Partido Revolucionario Moderno (PRM) y el PLD promoverían el fortalecimiento de partidos que después, con esos recursos, les restarían votos a las dos fuerzas principales. Es inocente pensar que el PLD auspiciaría que se le igualara en recursos a la FP, con una misma base de apoyo, y de igual manera lo haría el PRM con el PRD y el PRSC, que diezmados por la falta de recursos no le harían mella, según lo que parece entender el partido oficial.
Como verán, estos son los puntos comunes que acercan, en término de sus particulares intereses, a los extremos. Es lo que aquí llamo “la unidad de los contrarios”, es decir, que algunos prefieren tomarse el riesgo de beneficiar a su principal oponente antes que afectarse electoralmente, porque saben que, con recursos, la FP, el PRD y el PRSC podrían enturbiar el camino del PRM y el PLD hacia las elecciones del 2024.
Visto así lo decidido por el órgano comicial va en consonancia con lo que le conviene a los que monopolizan hoy el electorado nacional, salvo que, con esta acción, pueden estar despertando un monstruo que puede terminar alterando el cuadro político actual, porque estas organizaciones pueden plantearse llegar acuerdos entre sí, y si así lo hiciesen, desalojarían al PLD de la principalía opositora y pondrían en jaque un virtual triunfo del PRM y de la reelección presidencial para el 2024.
Creo que en la coyuntura actual esa “ABC” de la política, que obliga a los contrarios a protegerse, a quien más podría dañar es al PRM y aquí en 3 puntos paso explicarlo.
1- Porque nadie con solo 6 meses en el poder antepone intereses electorales a gobernabilidad, ello así porque las estructuras del PLD dentro del Estado son determinantes y sumarse desafecciones partidarias no es lo inteligente, al menos por el momento.
2- El Covid. Esta pandemia, que está a escala planetaria, se ha llevado a “generales”, inclusive a buenos presidentes, porque no existe un manual para gobernar en medio de una crisis sanitaria, social, productiva y económica como esta, que a criterio de la CEPAL es la más importante que hemos tenido en la región en los últimos 120 años. Por lo que, perder apoyo en la clase política tan temprano, podría derivar en consecuencias fatales para una gestión que recién inicia.
3- Si mi amigo Presidente Abinader me hubiese consultado, le hubiese explicado que está gobernando sentado sobre un barril de pólvora, por la graves secuelas que está dejando la pandemia, porque la economía está seriamente afectada, la población está cansada y hastiada por un encierro que tendrá casi un año, por el disgusto que se ve en la dirigencia y en la base perremeista al no estar insertados en el tren gubernamental, y por la acción tradicional de nuestra burguesía empresarial que, aprovechándose de la crisis, está subiéndole los precios a todos los productos de consumo de la clase media y baja, lo que terminará minando la popularidad del gobierno. A ello se unen los posibles aumentos de impuestos y la necesidad de seguir aumentando la ya abultada deuda externa, para poder hacerle frente a los gastos corrientes del Estado, circunstancias que debilitarán aún más la imagen de los funcionarios. Para colmo, estamos ante la incertidumbre de si el proceso de vacunación realmente inmunizará a la población frente a este contagioso virus, que haciendo mutaciones ha creado nuevas variantes.
Si a mí se me hubiese consultado les hubiese contestado que los recursos que se les entregarían a la FP, PRD y PRSC son insignificantes frente a la necesidad de apoyo que necesitará el gobierno del cambio, para llevar la nave del país a puerto seguro.
Es un contrasentido que, faltando más de dos años para entrar de lleno en campaña, se privilegien estrategias electorales futuras frente a la garantía de estabilidad presente. Para terminar bien el actual periodo gubernamental, y es una falta de tacto de quienes están llamados a cuidar al gobierno de lo que le viene, no hacer llegar sus observaciones al respecto, como públicamente lo hace quien esto escribe por sentirse comprometido con una buena gestión del presidente Abinader.
Tener a toda la clase política en contra, al pueblo caminando hacia el disgusto por los aumentos de precios o por el toque de queda y sin saber por dónde esté traicionero Covid nos dará una sorpresa, actuar de esta manera tendrá sus consecuencias y aquí lo advierto, porque parecería que es el mismo gobierno que tiene los cerillos para encender la pradera. Balaguer nos enseñó a todos que a la oposición no se le ahoga, qué hay que dejarla respirar, y eso es precisamente lo que se estaría haciendo con restarle hasta el 80% de los recursos a 23 de 27 partidos. Así se lo hemos tratado de explicar a nuestros amigos del gobierno, así se lo hemos presentado al Pleno de la JCE en la persona de su Presidente, el Doctor Román Jáquez, que atendiendo gentilmente a lo que aquí explicamos tomo una correcta primera decisión, que es la de impedir que le quitaran la mitad de lo asignado en la Ley de Presupuesto a los partidos políticos, mejorada señal que hace el organismo comicial frente a las organizaciones políticas.
Se sabe que la JCE está preparando un proyecto de Ley que distribuirá entre un 25 a un 30% de los recursos que da el Estado de manera igualitaria a todos los partidos políticos, para de esta forma estandarizar unos recursos que le permitirían, sobre todos a los minoritarios, cubrir por lo menos sus gastos fijos. Lo que pasa es que esto, de llegar al Congreso, no pasaría más que de ser una buena intención de los honorables magistrados de la JCE, porque los afectados que hoy recibirían entre dos partidos el 80% de los recursos no van a tener la generosidad de hacer aprobar con sus votos esa iniciativa en el congreso. Cuando se presente, verán nueva vez en la Cámara y en el Senado “la unidad de los contrarios”, ya que ni el PRM ni el PLD les permitirán a sus legisladores convertir en ley lo que particularmente entienden no les conviene.
Creo que mis amigos del PRM, si no actúan rápido y corrigen que ese error estratégico sea subsanado en el TSA, estarán afilando cuchillo para su propia garganta, porque se exponen doblemente: primero, a que en una crisis social esos partidos afectados por lo menos se conviertan en un centro de agitación en contra del gobierno, matando la necesaria gobernabilidad actual, requerida para superar los dolores de cabeza que nos está dejando la pandemia y, por otro lado, le están regalando, por así decir, todas las fuerzas políticas afectadas al PLD, que sería el beneficiario directo de la decisión. Puede erigirse como no participante de esa acción contra los partidos, porque dirían que ellos no impulsaron a ninguno de los actuales miembros del Pleno de la JCE y que, por ello, no ha sido de su autoría la decisión. Ante la realidad de que ese dead ball solo sería para el PRM, empujarían a la mayoría de los partidos a los brazos del PLD para fines de acuerdos electorales para el 2024.
En esta inocentada los amigos del PRM no han tomado en cuenta que las decisiones de la JCE no solo favorecieron al PLD con un 40% de los recursos asignados, sino que al establecer que solo hay dos fuerzas mayoritarias, han fortalecido esa idea en el imaginario popular, que a efectos de esa realidad palmaria construida han despertado a un monstruo dormido por los errores de su derrota del 2020 y por los escándalos de sus funcionarios. Prueba de lo que aquí digo son los resultados del congreso que están llevando a cabo los morados que, en esta ocasión, con verdadera sangre nueva, cómo se ve por los que ganaron al Comité Central y algunos que pasarán al Comité Político, augura que como en el 2004, en solo cuatro años, pueden desalojar a los actuales inquilinos del palacio. No se sorprendan mis amigos perremeistas si en la política de favorecer al contrario, terminan entregándole el poder, cosa ya vista varias veces en nuestro país, en el que “el día más claro llueve”.