EL MEJOR MOMENTO DE LAS RELACIONES ESTADOS UNIDOS-RD
Por Melvin Matthews.
Las relaciones oficiales entre Estados Unidos y la Republica Dominicana atraviesan su mejor momento, ha dicho el presidente Joe Biden en la reunión bilateral junto a su homólogo, el dominicano Luis Abinader, en la Casa Blanca.
Ciertamente, ahora vivimos el tiempo estelar del vínculo bilateral entrambos, pero se desconoce si el mandatario estadounidense se refería al período reciente, o al instante aquel donde empezó en 1867 toda la diplomacia, tras la guerra restauradora, cuando se llegó a firmar y ratificar por los respectivos Congresos un tratado entre Estados Unidos y la República Dominicana, el acto jurídico que abrió la histórica saga de complicados nexos, ora colonial, ora imperial, incluidas dos humillantes intervenciones militares; ora injerencista, hasta desembocar en la actual cooperación democrática, institucional y comercial entre Washington y Santo Domingo.
Dentro de ese contexto histórico, el presidente Abinader, a nombre y en representación del pueblo dominicano, participa de la Alianza para la Prosperidad Económica (APEP), y ha sido recibido en la mansión ejecutiva de Washington. Esta iniciativa de la administración Biden pretende invertir miles de millones de dólares en la expansión económica de las 10 principales democracias de la región latinoamericana, junto a Canadá, Chile, Costa Rica, Colombia, República Dominicana, Ecuador, México, Uruguay, Barbados, Perú y Panamá, para contrarrestar la presencia de china comunista en la geografía panamericana.
Es un hecho que la relación bilateral se encuentra en su mejor momento. La inmigración ilegal dominicana hacia Norteamérica ha disminuido, la inversión americana en la economía dominicana aumenta anualmente de forma significativa, sube dramáticamente el flujo de turistas estadounidenses, la cooperación en la lucha contra la corrupción, el narcotráfico y la trata de personas logra excelentes resultados y la convivencia política y diplomática es indiscutible.
La administración de Abinader abiertamente se inclina hacia Washington. Su predecesor en el cargo, Danilo Medina, terminó mal unas relaciones con Washington que durante ocho años fueron inestables por el incumplimiento de planes de cooperación. Medina oficializó relaciones diplomáticas y comerciales con Beijing, un paso que inquietó a Washington, y posteriormente, una inédita llamada telefónica del Secretario de Estado, Mike Pompeo, puso fin al plan reeleccionista de Medina.
Inteligente, consciente de la correlación competitiva de los nuevos polos del poder mundial, Abinader se ha decidido por enclaustrar estrechamente con Washington su política exterior y la vida democrática dominicana, distanciando su régimen de seductores autoritarismos.
Y eso no es malo.