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Un almuerzo palaciego opíparo y caro. ¿Para qué? La rueda de prensa es barata.

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Un caro y opíparo almuerzo servido en el Palacio Nacional a los ejecutivos de medios de comunicación favoritos del nuevo régimen, fue el majestuoso marco desde el cual el presidente Luis Abinader, rodeado de unos cuantos ministros, reiteró las justificaciones economicistas que todo el mundo conoce para las alzas exorbitantes de la canasta familiar: que los precios internacionales del petróleo inciden en los precios de los productos locales básicos.
Tratar de persuadir al pueblo para que acepte, pura y simple, la explicación de que la economía dominicana depende de las fluctuaciones internacionales del crudo es un grave error de cálculo que eventualmente acarreará consecuencias políticas ominosas para el gobierno del cambio.
El problema de las alzas de precios en la canasta familiar no se origina únicamente como consecuencia de ese reconocido factor exógeno, sino que la problemática del costo ha quedado impactada por el desmedido afán de lucro inmediato de los grandes empresarios, fabricantes, comerciantes, productores e importadores, quienes controlan la ley de la oferta y la demanda fijando precios con amplios márgenes de ganancias, sin reparar en la grave crisis sanitaria, económica y social que vive la nación debido al Covid-19.
Los precios de las medicinas están por las nubes, debido a las especulaciones de la industria farmacéutica, y el gobierno nada hace sobre el particular; las grandes cadenas comerciales, supermercados y centros de expendio mayoristas y detallistas hacen otro tanto, mientras el gobierno se deja engatusar cerrando acuerdos de precios con grupos de empresarios y dueños de grandes consorcios, convenios que son burlados tan pronto es posible.
Abinader lo que debe decirle a la población liza y llanamente es que, en la presente economía de mercado abierto, los precios son fijados libremente en función de la oferta y la demanda por las grandes corporaciones, cadenas e importadores, y que, contrario a la creencia de sectores populares, las autoridades son incapaces de fijar precios controlados.
Un caro y opíparo almuerzo para ofrecer estadísticas de los precios internacionales del crudo; nada referente a la modificación de la ley de hidrocarburos, nada referente al endeudamiento externo, contradice la austeridad proclamada y las demandas de una población cada día exhausta por la escalada de precios.
En medio de libaciones, comilonas y chistes, Abinader despliega una política de relaciones públicas de escasos resultados. Una rueda de prensa semanal, sin periodistas favoritos o complacientes -al mejor estilo de las democracias occidentales-, es barata y surte un mayor e indiscutible efecto orientador hacia la ciudadanía que un almuerzo para comunicadores amigos; mientras tanto, salta a la vista la blandenguería del gobierno frente a los especuladores y agiotistas, muchos de los cuales son financiadores de campañas electorales.
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