Los diputados del Partido Revolucionario Moderno (PRM), que postula la candidatura presidencial de Luis Abinader, adoptaron el jueves una conducta infantil cuando recortaron drásticamente la prorroga del plan de emergencia, solicitada nuevamente por el presidente Danilo Medina. En lugar de 25 días, como requirió el mandatario, le concedieron 15. El proyecto amerita ahora la sanción del Senado de la República, donde prevalece la mayoría del partido gobernante y se prevé que tal reducción será rechazada.
El emocionalismo y un injustificable triunfalismo fanatizado, están afectando la entereza de una organización que supuestamente se está preparando para gobernar, pero su praxis contradice tales propósitos, pues del dicho al hecho hay un gran trecho. Los perremeistas no piensan que la colaboración forma parte sustancial de la institucionalidad, la cual está estrechamente vinculada a reconocer las capacidades de cada órgano del Estado y a facilitar el intercambio de labores entre las instituciones del Estado, Poder Legislativo, Ejecutivo y Judicial. Tampoco analizan que si de veras llegaran al solio presidencial, necesitarán, muchas veces en condiciones criticas, las aprobaciones opositoras. ¿Que gana el PRM tratando de torpedear las políticas públicas del presidente Medina dirigidas a combatir una de las plagas mas grandes de la historia, que ha golpeado nuestro suelo? ¿Que significan 10 días más, o 10 días menos, en su estrategia electoral? Acaso, esa es la diferencia entre ganar o perder la elección presidencial. Tonterias, puro infantilismo, «la enfermedad del izquierdismo», decía Lenin.
En las actuales circunstancias con la nación gravemente impactada por el Covid-19, la sensatez y la madurez políticas demandan la comprensión del trabajo que desempeña el gobernante de turno y, al propio tiempo, exige de lideres, partidos y seguidores poner la nación por encima de los intereses grupales, porque la salud física y mental, que es la vida, es superior al activismo electoral con miras a las elecciones del 5 de julio, cuya celebración todavía dependen de una mejoría sustancial y apreciable de la situación presente.
Sin embargo, las actitudes desafiantes y electoreras están marcando las decisiones y el comportamiento cotidiano de la dirigencia perremeista, especialmente en el ámbito legislativo, posturas que en nada contribuyen a llevar tranquilidad y sosiego a un pueblo perturbado por la pandemia y las consecuencias económicas, emocionales, sociales y laborales derivadas del distanciamiento social y el toque de queda vigentes. Según sus infantiles cálculos, si el Covid-19 apretase aún mas al pueblo, el gobierno y su candidato, Gonzalo Castillo, saldrían seriamente perjudicados, y el PRM alcanzaria mas votos el dia de las elecciones. Una actitud indolente y pueril, que retrata una concepción de la política absolutamente inhumana.
Cuanta grandeza hubiera sumado el PRM, si como hizo la primera vez, hubiese aprobado otros 25 días. Pero el portavoz de la bancada perremeista en la Cámara de Diputados, Alfredo Pacheco, proclamó a viva voz: «…Y no vuelvan a pedirnos otra prórroga, que no lo vamos a complacer». !Vaya arrogancia!.